El pasado jueves día
8 de enero se presentaron oficialmente las candidaturas a las Primarias de
Compromís per València en el Centro Cultural La Petxina. El acto nos permitió
presentarnos ante el público asistente y ante quienes nos seguían por internet,
aportar ideas, compartir visiones de presente y futuro y esbozar el proyecto de
ciudad que, en gran medida compartimos todas y todos los que nos
presentamos, como ya dije en mi intervención.
El pasado jueves día
8 de enero se presentaron oficialmente las candidaturas a las Primarias de
Compromís per València en el Centro Cultural La Petxina. El acto nos permitió
presentarnos ante el público asistente y ante quienes nos seguían por internet,
aportar ideas, compartir visiones de presente y futuro y esbozar el proyecto de
ciudad que tenemos que, en gran medida compartimos todas y todos los que nos
presentamos, como ya dije en mi intervención.
Queremos una ciudad
sostenible. Durante muchos años, Valencia se ha expandido de forma desmedida,
de espaldas a la gente, sin prever los servicios necesarios, perdiendo esencia
y razón de ser como ciudad habitable en favor de la especulación y los grandes
eventos. Por eso es tan importante impulsar un cambio, por eso todos los
candidatos y candidatas de Compromís incluimos en nuestros tres minutos de
intervención el concepto de sostenibilidad y, por eso, Joan Ribó volvió a
insistir en la necesidad de reorganizar la ciudad y devolvérsela a quienes la
viven para que la puedan disfrutar. Este concepto no fue el único en el que
coincidimos; la mayoría hablamos de construir una Valencia más participativa,
más respetuosa e integradora. Y, reiterando lo que comenté en mi presentación,
añadiría un principio básico fundamental: necesitamos una ciudad en femenino.
Saber y explicar lo
que queremos es muy importante; tanto como poner en común cómo vemos Valencia,
cómo la entendemos.
Para explicar cómo veo Valencia vuelvo a echar mano
de la metáfora del puzle: esa amalgama de piezas diferentes que sólo podrá
estar bien ensamblado y formar una unidad si todas y cada una de esas piezas
mantienen la armonía,
de la misma forma que
solo podrá ser una ciudad igualitaria, sostenible y participativa si todos sus
barrios lo son, si dejan de existir los barrios ricos y los barrios pobres, el
centro y la periferia social y económica; si las calles limpias, las zonas
verdes, los servicios municipales cercanos y eficientes son una realidad.
Y para que esto
ocurra, para que eso que hemos soñado tantas veces se convierta en realidad,
Valencia necesita participación, consenso y el mejor gobierno posible. Un
gobierno y una administración transparentes y ágiles que cuenten con el
compromiso y el trabajo del conjunto de trabajadoras y trabajadores del
Ayuntamiento y la complicidad de la ciudadanía. Una administración que gestione
la voluntad de los valencianos y valencianas y que trabaje bajo la premisa del
servicio público.
Estoy convencida de
que entre todas y todos construiremos una ciudad en la que, como decía
Benedetti, la gente pueda ser feliz sin pedir permiso.
Queremos una ciudad
sostenible. Durante muchos años, Valencia se ha expandido de forma desmedida,
de espaldas a la gente, sin prever los servicios necesarios, perdiendo esencia
y razón de ser como ciudad habitable en favor de la especulación y los grandes
eventos. Por eso es tan importante impulsar un cambio, por eso todos los
candidatos y candidatas de Compromís incluimos en nuestros tres minutos de
intervención el concepto de sostenibilidad y, por eso, Joan Ribó volvió a
insistir en la necesidad de reorganizar la ciudad y devolvérsela a quienes la
viven para que la puedan disfrutar. Este concepto no fue el único en el que
coincidimos; la mayoría hablamos de construir una Valencia más participativa,
más respetuosa e integradora. Y, reiterando lo que comenté en mi presentación,
añadiría un principio básico fundamental: necesitamos una ciudad en femenino.
Saber y explicar lo
que queremos es muy importante; tanto como poner en común cómo vemos Valencia,
cómo la entendemos.
Para explicar cómo veo Valencia vuelvo a echar mano
de la metáfora del puzle: esa amalgama de piezas diferentes que sólo podrá
estar bien ensamblado y formar una unidad si todas y cada una de esas piezas
mantienen la armonía,
de la misma forma que
solo podrá ser una ciudad igualitaria, sostenible y participativa si todos sus
barrios lo son, si dejan de existir los barrios ricos y los barrios pobres, el
centro y la periferia social y económica; si las calles limpias, las zonas
verdes, los servicios municipales cercanos y eficientes son una realidad.
Y para que esto
ocurra, para que eso que hemos soñado tantas veces se convierta en realidad,
Valencia necesita participación, consenso y el mejor gobierno posible. Un
gobierno y una administración transparentes y ágiles que cuenten con el
compromiso y el trabajo del conjunto de trabajadoras y trabajadores del
Ayuntamiento y la complicidad de la ciudadanía. Una administración que gestione
la voluntad de los valencianos y valencianas y que trabaje bajo la premisa del
servicio público.
Estoy convencida de
que entre todas y todos construiremos una ciudad en la que, como decía
Benedetti, la gente pueda ser feliz sin pedir permiso.